viernes, 6 de abril de 2012

Por no quedarme junto a la parrilla.


La reunión estaba entretenida, el asado en la parrilla era un punto de encuentro de los hombres, que hablaban de que?, pues de mujeres, deporte y política, como debe ser, como siempre ha sido. Las mujeres, por otra parte discutían sobre las cuotas femeninas en los cargos públicos unas, y del ultimo libro de poesía que habían leído las otras.

Yo, con un vaso de buen vino en mi mano, como buen bicho raro, fui tentado por Stephen Hawking a que lo viera en la televisión de 42 pulgadas de la sala que evidentemente fue pensado para otros menesteres un tanto más lúdicos.



Hawking en una interesantísima exposición trató (de una forma simple y amena) de convencer a quien lo viera de que antes de la Gran Explosión, no hubo nada. No hablo aquí de la nada a la que estamos acostumbrados los humanos, hablo de la nada como ausencia de todo, hasta de espacio y tiempo, nada de nada.

La creación del Universo a partir de una generación espontánea!!, el todo creado a partir de la más completa ausencia de cosas, energías o leyes!!. Y con esto la reflexión del Físico: si no se tuvo que crear lo que hoy existe, ¿qué razón tendría que tener un Creador?, o dicho de otra manera, ¿en que parte de la gran ecuación entraría un dios, si no hubo necesidad de él?.

Pero Hawking fue mas allá aún, no solo venimos de la nada, de las ausencias, de los vacíos, sino que inexorablemente hacía allí vamos también. Pues si nada hubo antes, ¿por qué tendría que haber algo después?. Y si las leyes se aplican a todos los órdenes de, perdón casi digo de la vida, bueno si se aplican a todo, ¿no tendría acaso que haber nada después de nuestras propias existencias?.

Y ahí fue donde mi humanidad fue sacudida desde sus cimientos. Puedo llegar a entender que mis huesos o mis sentimientos estén formados por materia y energía que hace mas de catorce mil millones de años ni siquiera existían. Puedo entender perfectamente la ausencia de Dioses creadores de cielos y tierras, pero de ahí a entender que todo, o quizás debería decir Todo este condenado a las inevitables y destructivas leyes que nos impone la Entropía...

¿Entonces, cuál es la razón de la existencia del perro que oigo ladrar a la distancia, o del sol que veo brillar en lo alto?, ¿para que tantas y tantas ecuaciones, si al final solo servirán para demostrar su propia ausencia de continuidad?. ¿Acaso uno ama, sufre o lucha por el simple hecho de interpretar su papel en una obra que uno sabe de antemano se perderá en el mayor de los olvidos?.

“El asado está pronto” oí a alguien avisar en el patio. Fue ese el preciso momento en que pensé que quizás hubiese sido mas inteligente de mi parte, quedarme junto a la parrilla hablando de mujeres o política, y no pensar que un maravilloso momento con amigos, un buen vino y un tentador aroma a asado, están condenados inexorablemente a integrar la más increíble de las Nadas.

Leer más...