viernes, 28 de enero de 2011

Mesas.


Las mesas vacias del viejo bar
náufragas como yo de la madrugada
se miran entre si, y me miran,
fijan sus ojos de aguardientes en mi,
cansados ojos llenos de pesadumbres

mientras sus cuerpos torturados por tantos codos
(hostales de sueños marchitos y esperanzas truncas)
se preparan para el sopor pesado del silencio
yo las miro,y acaricio sus cuerpos ajados
por tanta confesión sin sentido
por tanta lágrima y alcohol derramados
y ellas me miran
y me contestan en silencio sin decirme nada
pero diciéndomelo todo,
como desde tantos y tantos años atrás vienen haciéndolo.
Otro codo torturando sus cuerpos
otra confesión sin sentido en medio de la madrugada
clinc: la caja cómplice abre sus fauces
y el ruido de la avaricia me sobresalta
y pienso en cuanta soledad compran esas monedas
noche a noche, vida a vida
negociando la desesperanza por la estúpida paz del alcohol
y un dejo de amargura baja por mi garganta
quemándola con el fuego liquido que han comprado mis monedas
como antes mi padre lo hiciera
con sus monedas, tan diferentes de las mías, pero tan parecidas
y una lágrima furtiva escapa de mis silencios
clinc: la caja me despide de la nada
y miro por última vez las mismas mesas que vio mi padre
y siento pena por ellas,
la misma pena
que por mi padre siento ahora

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