lunes, 10 de septiembre de 2007

Mares y divagues.

Estoy mirando hacia la rambla en estos momentos, y comparo mi vida con algo tan inmenso vivo y extraño como lo es el mar, tan variable, pero siempre con la misma esencia. A veces calmo, otras veces picado, incluso tempestuoso, claro, turbio, en fin, en cambio constante, como cambia mi vida casi sin aviso previo.


Las olas dejan en las rocas su carga de pureza o de mugre, lavan o ensucian la costa, al igual que lo hecho por mi por años y años con lo que me rodea, y lo extraño es que, esa mugre casi siempre es ajena, hay veces que no es mi propia suciedad la que arrastro a la orilla, es la inmundicia que a lo largo de los años se fue vertiendo en mi, contaminándome, enturbiando mi vida, y destruyendo mi pureza, aunque en realidad no recuerdo ya, si alguna vez fui realmente puro.

A veces pienso, conocerá la superficie del mar lo que se esta gestando en sus profundidades? Tal como yo, quizás no lo sepa, solo lo sospeche, es probable que los sismos y cataclismos interiores remuevan ferozmente su superficie sin que esta comprenda totalmente el porque de esa furia profunda, creando así, inmensas y destructivas marejadas, feroces olas, y que al no poder hacer nada para contenerlas, solo deja que atropellen como bestias salvajes y se destrocen sobre las rocas.

Pero el mar, y mi vida, tienen también sus momentos de calma reflexiva, momentos en que comprende que no podría existir sin algo que lo contenga, que para su supervivencia, es tan importante el agua que lo integra, como las orillas que le dan forma y lo mantienen integro, y es ahí donde se deshace en oleadas de caricias pausadas, calidas y suaves sobre las arenas y las rocas, pero son caricias de remordimiento, que tratan, sin éxito, de que las costas olviden las tormentas, es difícil pensar solo en aguas calmas, viendo las marcas dejadas por mil tempestades en la dura piedra.

Y tambien hay días como el de hoy, en que las nubes oscuras le prestan sus sombras al mar, volviéndolo melancólico, oscuro y distante, como pensando, lamentandose? de su propio destino, quizas mañana, si el sol brilla, y enciende mil chispas en el agua, me sienta feliz como la playa en una tarde de verano escuchando el propio sonido del oleaje, y el de niños jugando en sus orillas.

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